-Moratalla-
Cuerda Gitana desde Puerto Alto
“Degustando Moratalla-Dulces de Navidad Panadería José María”
Inexorable y veloz. Dos cualidades del tiempo que, sin que lo notáramos, nos ha empujado hasta el mes de diciembre y a nuestra última ruta del año. Hoy tendremos una jornada algo diferente, ya que antes de comenzar a caminar, disfrutaremos de una experiencia que despertará en nosotros el espíritu navideño, al menos en cuanto a lo gastronómico se refiere. Escribiremos entre todos un capítulo nuevo de “Degustando Moratalla”, paladeando el origen de la tradición de los dulces navideños y el porqué de algunas de sus recetas. Así que nos damos cita en Cañada de la Cruz, en la Panadería José María, que como otras veces, ha tenido la amabilidad de acogernos y prepararnos una deliciosa cata de los sabrosos y dulces bocados de navidad que junto con su esposa elabora en la panadería familiar. Sus ricos productos, son conocidos fuera de nuestro municipio y Región, y son muchos los que se acercan en estas fechas para llevarse un buen surtido de tradición local. Creo que debe de haber pocas cosas más reconfortantes que bajarte del coche con un ambiente nublado y bastante fresco y húmedo (fue como nos recibió Cañada en esta mañana) y siguiendo el perfume de los Suspiros tostándose en el horno, entrar en el acogedor calorcito de la panadería, embargados ya por unos aromas de lo más navideños. Nuestros anfitriones nos esperan, y mientras indagamos en el origen de la tradición de la factura de los dulces de navidad, ancestral donde las haya, tortas de pascua, mantecados varios, suspiros, royos, tortas de manteca y toñas entre otros manjares van pasando por nuestras bocas dando sentido a todo lo que escuchamos. Materias primas tan sencillas como rotundas y nobles…almendra, miel, azúcar, manteca y el mágico trigo, sin el que nuestra historia tal vez no hubiese sido posible…mientras nosotros disfrutamos, José María se afana con la pala en la boca del horno, a pesar de ser domingo, y es que son días de mucho trabajo para ellos. La cercanía del solsticio de invierno, coincidente no por casualidad con la celebración de la moderna navidad, requiere tener preparada una mercancía que no es tan vendible el resto del año. Realizadas nuestras compras tras la cata, ahora sí nos disponemos a caminar por los paisajes que rodean Cañada de la Cruz. Nos dirigimos a Puerto Alto, con el macizo de Revolcadores a nuestra derecha y la Cuerda de la Gitana, nuestro destino, y la Piedra de Moratalla a la izquierda, siguiendo la misma ruta que miles de personas y animales realizaron desde tiempos remotos por lo que fue antaño una importante vía de comunicación. Nuestro paseo será de altura, ya que no bajaremos en ningún momento de los 1400 msnm., y es precisamente eso, la altura, provocada por una intrincada y abrupta geografía, lo que dota de una importante parte de valores a estas tierras. Ambientes que en nuestra Región son escasos, aquí se desarrollan en un su medio, la media-alta montaña. No en vano, el macizo de Revolcadores, Sierra Seca, alberga la cota más elevada de Murcia, el pico de los Obispos, que se eleva ni más ni menos que a 2015 msnm. Pero hoy, queremos verlo en perspectiva, casi a su altura pero a vista de ave, así que optamos por ascender a la Cuerda de la Gitana, y así asomarnos a nuestra vecina Albacete. Comenzamos nuestra visita en el Portazgo, restos de una “aduana” medieval, lugar en el que se controlaba el trasiego de personas, mercancías y ganado, muy cerca del límite fronterizo con el último reino musulmán. También conocido como Puerto del Conejo, cuenta historias de viejas batallas ocurridas en este lugar. Una historia más antigua nos traslada al mundo argárico, justo en el mismo punto, lo que constata el valor estratégico del lugar. Por otro lado, es un rincón maravilloso de nuestra geografía, de esos que nos hace olvidar la aridez del resto de la Región. Las dolomías, debido a la erosión, han configurado una suerte de castillo natural sembrado de grandes encinas, que nos hace sentir en un decorado de una novela de aventuras. Seguimos camino, ya que hoy no podemos entretenernos en exceso. La ascensión será algo más ardua que otras veces, aunque hemos jugado con las curvas de nivel para hacerla lo más llevadera posible. Unas terrazas de repoblación, realmente escasas en nuestros bosques naturales, nos muestran algunos ejemplares de Pinos silvestres fuera de su área habitual de distribución, con sus curiosos troncos rojizos que llaman nuestra atención. Los Majuelos, desprovistos ya por completo de sus hojas, se adornan sólo con sus frutillos de color rojo intenso, que además se encuentran en su justo punto de maduración. Y otro fruto rojo, completa toda la gama de esta tonalidad, los escaramujos. Buscamos el lomo que nos llevará cerca del pico de los Cocorotes, desde donde cordearemos por la Gitana, con un pie ora en Murcia, ora en Albacete. La llovizna con la que comenzamos a caminar, hace rato que desapareció, y el sol, calienta entre los girones de nubes de forma inusual para la época. Buscamos el abrigo de unos resaltes para almorzar, antes de atacar el último tramo de ascenso, ya mucho más moderado. Caminamos sobre las escamas de roca del lapiaz, como si fuéramos duendes sobre las escamas de un gigantesco dragón durmiente, ascendiendo poco a poco. Los Pinos laricios, son los dueños del mundo vegetal a estas alturas, aunque el rigor de la climatología ha causado estragos en algunos de ellos, deformándolos como si de bonsáis se trataran, y dándoles el aspecto de extrañas setas gigantes. Otro importante elemento vegetal que se puede observar en estas cumbres, es el Juniperus comunis, del que buscamos la única línea blanca en sus hojas que le distingue de su primo oxycedrus. La Cuerda de la Gitana, es una cuerda de libro, bastante llana y longitudinal, desarrollándose de oeste a este, que ofrece una estupenda área de captación de corrientes ascendentes a unos amigos que fieles a su cita, se presentan en todo su magnífico aspecto: los Buitres leonados. Vamos muy atentos, ya que de vez en cuando, junto con los elegantes buitres, planea otro grande de nuestros cielos, el Quebrantahuesos. Desde que se viene llevando a cabo con bastante éxito la reintroducción de este carroñero en la cercana (a vuelo de Quebranta, claro) sierra de Cazorla, cada vez es un poquito más fácil que alguna de estas magníficas aves se dejen ver por la zona. Es sorprendente, como sin apenas ayuda por parte del hombre, buitres y quebrantahuesos van reocupando sus antiguas zonas de campeo y cría, culminando así el anillo de la cadena trófica, con una labor gratuita de limpieza e higiene sanitaría indispensable para la no proliferación de enfermedades varias. Llegamos finalmente al punto más elevado, tras la Piedra de Moratalla, de nuestro paseo de hoy, justo frente a los Obispos y Revolcadores, dos de las tres cumbres de Sierra Seca. Desde nuestra atalaya de lujo, Sierra Seca no parece tan elevada, así como la Sierra de las Cabras y Taibilla de la vecina Albacete, pero claro, de gigante a gigante, las diferencias disminuyen. Tenemos una privilegiada vista de todo lo que nos rodea, tierras forjadas en duras condiciones, que determinan caracteres muy concretos en las gentes que las habitan. Es la hora de volver, y retomamos nuestra marcha buscando un descenso lo más seguro posible por el canchal, no sin antes disfrutar de una nueva vista de nuestros buitres, ahora en un grupo de ocho, que planean buscando las corrientes que los eleven muy cerca de nosotros, tanto, que Jesús capta con su cámara el deterioro del plumaje de uno de ellos, en constante muda. Descendemos por fin por los encames de las Cabras monteses, hasta llegar a un gran ejemplar de un retorcido Pino laricio, que da soporte en su corteza a unos espectaculares ejemplares de líquenes foliformes que crecen frondosos debido a la humedad ambiental. El descenso, nos introduce en el bosque de Encinas que se desarrolla en la ladera, el cual se encuentra en un curioso estado debido al sobrepastoreo al que es sometido, ya que tanto los animales domésticos como los silvestres que campan por la zona, no encuentran mucha más vegetación diferente de la que alimentarse, a pesar de las hojas pinchosas que las Encinas proveen en sus ejemplares de pequeño porte, o en sus partes más bajas, aunque aquí no son demasiado efectivas. Conforme perdemos altura, la geología nos regala dos elementos nuevos, hierro nativo y sílex, que jugamos a encontrar a la vez que caminamos. Estamos ya casi terminando nuestra ruta, pero aún nos queda una más que interesante visita, por motivo doble. Una enorme diaclasa, sirvió de refugio de indeterminado fin a algunos de nuestros antepasados, como así lo confirman los diversos muros con los que cerraron el acceso a la misma, y la compartimentaron. Es como un escondite, al que se asciende por una pedregosa escalera de fácil defensa desde el punto más alto. Como siempre ante unos restos como estos, nos gusta imaginar que uso les darían, algo bastante difícil, dado que nuestras vidas difieren tanto de las de aquellos grupos humanos, que a nosotros el lugar nos parece inhóspito más que otra cosa, aunque quizás no tanto como al macho montés que vino a morir aquí y del que sólo queda el cráneo y la base de los cuernos. De lo que no tenemos duda, es que alguien se esforzó sobre manera en darle un uso a la gran diaclasa. Nos despedimos de nuestros antepasados, y descendemos del escondite en busca de nuestros coches, olvidados ya los dulces que tomamos temprano en la mañana, ahora pensamos de nuevo con el estómago. Nos despedimos de los compañeros que vuelven directos a sus casas, y el resto dirigimos nuestro rumbo al bar Camacho de Cañada de la Cruz, donde nos preparan una deliciosa comida, mezcla de recetas tradicionales, como las migas, y cocina moderna, como los excelentes crujientes de bacalao. Mención especial a la oreja de cerdo a la plancha, con un toque de pimentón, y una textura muy tierna, elevan la humildad de este plato por encima de un producto gourmet. Y para rematar la excelencia, el vino de la tierra, de la Bodega Tercia de Ulea, de la que además celebramos el reconocimiento de la calidad de tres de sus vinos en la prestigiosa guía Peñín. Como siempre, disfrutamos de las viandas rememorando la jornada vivida, y planeando nuevas aventuras, pero éstas escribirán el relato de un nuevo año, el 2016…
Feliz Navidad y próspero año 2016, os desea de todo corazón el equipo de “Descubriendo Moratalla”, agradeciendo vuestra participación en nuestras rutas. Por un año de nuevas experiencias en una tierra emocionante, Moratalla.
Piedad, Jesús y Cristina.